La política forma parte de nuestro lenguaje familiar. Describe la
característica de muchos actores. Política tiene muchos sentidos diferentes, algunas de ellas
en tono despectivo: suele asociarse a confusión, división, engaño, favoritismo,
manipulación, corrupción. Por ello, estar al margen de la política se considera
un valor. Pero la política también es capaz de movilizar a grandes sectores de
la ciudadanía, despierta emociones positivas. Ha producido movimientos de
solidaridad humana.
Consideremos la política como una
práctica o actividad colectiva. La finalidad de esta actividad es regular conflictos entre grupos. Y su resultado
es la adopción de decisiones que obligan a los miembros de una comunidad. El
cumplimiento supone que la capacidad de obligar incluye el uso de la fuerza.
¿Qué explica la presencia
constante de desacuerdos? ¿Por qué la
armonía aparece como excepcional o utópica? El origen del conflicto se sitúa en
la existencia de diferencias sociales que se convierten a menudo en desigualdades.
Dichas desigualdades se originan en el hecho de que no todos los miembros de
una comunidad gozan de las mismas oportunidades para acceder a los recursos
básicos que facilitan su desarrollo. La combinación de resistencias,
expectativas, reivindicaciones y proyectos genera sentimientos de
incertidumbre, incomodidad o peligro.
La política surge como una
respuesta colectiva al desacuerdo. Se confía a la política la regulación de la
tensión social porque no parecen eficaces otras posibilidades de tratarla, como
la fidelidad familiar, la cooperación amistosa o la transacción mercantil. Lo
que caracteriza a la política es el intento de resolver las diferencias
mediante una decisión que obliga a todos los miembros de la comunidad. Las
decisiones se ajustan a un conjunto de reglas o pautas. La combinación de
reglas y decisiones origina determinadas formas de juego o de competición.
El cumplimiento obligado de las
decisiones políticas presupone que la capacidad de obligar incluye el uso de la
fuerza. Esta posibilidad de usar la fuerza física o la amenaza de recurrir a
ella es la característica de la política frente a otras formas de control
social: no todas las acciones políticas integran dosis de violencia pero la
tienen presente como recurso último.
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